La idea es ofrecer una pequeña ayuda económica para que las mujeres puedan emprender su propio negocio. Algunas se dedican a la tintura de telas para hacer manteles. El trabajo de otras es la transformación del pescado (secado para su venta). Otras compran pescado fresco y lo venden directamente. A algunas el microcrédito les ha permitido comprar un congelador para así poder almacenar el pescado cuando hay pesca abundante.
Las costureras han utilizado el crédito para comprar nuevas máquinas de coser o telas.
También hay comerciantes que viajan a Mauritania y Gambia y usan el crédito para la compra de productos (telas, cacharros, etc.).
Los préstamos los concedemos a grupos de mujeres (de 4 a 25 miembros) y se intenta favorecer su organización grupal; aunque los créditos son individuales la responsabilidad en la devolución es compartida.
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